viernes, 6 de junio de 2014

La oración conforme a Su voluntad

“Y esta es la confianza que tenemos en Él, que si pedimos alguna cosa conforme a Su voluntad, Él nos oye.”
1 Juan 5:14

La confianza que nos ha sido concedida por Dios en Él mismo, y por la cual las Escrituras nos llaman ‘Bienaventurados’, es también la confianza que se centra en creer que es totalmente cierto que la voluntad de Dios es perfecta, buena y agradable.

Por esa fe inconmovible, y esa confianza certera en la voluntad de Dios, acudimos al Trono de la Gracia, por medio de nuestro Señor Jesucristo, para pedir conforme a Su voluntad. Y la Biblia nos dice: “Él nos oye”.

En contraste, nuestra voluntad es imperfecta, al ser inconstante; mala, al ser pecadora; desagradable, al ser egoísta. Si pedimos a Dios, fundamentados en nuestra voluntad, clamaremos por cosas que hoy deseamos, pero pronto ya no desearemos, pues nuestra voluntad por naturaleza cambia con demasiada facilidad, tal como las nubes cambian de forma.

Si pedimos a Dios, basados en nuestra voluntad, clamaremos por cosas que nos llevarán a pecar o por cosas que son en sí mismas pecado, pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, por eso pecamos al pedir basándonos en nuestra voluntad, que en sí misma por naturaleza es pecadora.

Si pedimos a Dios, fundados en nuestra voluntad, pediremos con malas intenciones, pues lo haremos para pedir lo que nos dará placer, pues nuestra voluntad por naturaleza tiene malos deseos.

Si pedimos a Dios alguna cosa conforme a nuestra voluntad, para nuestra propio perjuicio pedimos; pero si pedimos a Dios alguna cosa conforme a Su voluntad, para el beneficio de nuestra alma y la gloria de Él pedimos. Esto es agradable al Señor, quien pesa los corazones.

Y para saber cuál es Su voluntad, hay que estudiar y meditar a diario en Su Palabra para hacer conforme a todo lo que en ella está escrito, mientras que en oración pedimos sin cesar: “Señor, llénanos plenamente del verdadero conocimiento de Tu voluntad y concédenos gracia para cumplirla y así podamos andar como es digno del Señor, agradándote en todo, llevando fruto en toda buena obra que hagamos y creciendo en el conocimiento de Ti más y más.”

Hemos de imitar a Cristo que, conociendo la angustia a la cual iba en camino, oró al Padre suplicando que hiciera pasar de Él esa copa de sufrimiento que sería vertida en la Cruz sobre Él, pero junto con ello dice: “pero no sea como yo quiero, sino como tú.” Y vimos que así fue, como el Padre quiso. Pues, pedir por la voluntad de Dios, es, en conclusión, decirle: “Señor, que yo salga perdedor y tu ganador, pero que se haga tu voluntad. Ya sea alimento o amarga medicina lo que me des, quiero, Señor, aquello que te glorifique más.”. Pues ya no confiamos en nuestra carne y en nuestra débil fuerza, sino en Dios y Su fuerte Voluntad, pues, si Él quiere hacer, ¿quién lo estorbará?

Su Sabiduría soberana y poderosa es la razón por la cual pedimos conforme a Su voluntad, confiándonos a Él y creyendo que todas las obras y cosas, que Él ha preparó de antemano para que andemos en ellas, nos ayudan para bien.

Un creyente verdadero se deleitará en el Señor constantemente, y quien así haga, por el Señor será moldeada su voluntad para que su corazón tenga peticiones que le agraden a Él, y así, el Señor las oirá y nuestra confianza es esa: que tendremos, haciendo así, lo que pedimos.

Nada podemos contra la verdad; y mientras meditamos en esto, demos a Dios gracias por todo en el Nombre de nuestro Señor Jesucristo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario