viernes, 6 de junio de 2014

Las malas compañías

1 Corintios 15:33: “No os dejéis engañar: ‘Las malas compañías corrompen las buenas costumbres’.

Hoy en el Día del Señor recordemos esta gran verdad. Aún en las redes sociales (sea Twitter, Facebook, Instagram, etc…) tenemos compañías malas, personas groseras con actitudes malsanas, que nos influencian hacia el mal, y así, debilitan nuestra fe, nos conducen por la senda del error y corrompen nuestras buenas costumbres, las que hemos aprendido de Cristo. Esto sucede de tal forma que a veces ni lo notamos, pues es algo muy sagaz y sutil. A veces por no sentir el rechazo de esas compañías, sea por una red social o en persona, nos comportamos de manera parecida o igual a ellas, tal como Pedro empezó a maldecir para ser distinguido de Cristo y así negarlo.

Todo verdadero creyente, que haya sido regenerado por la gracia del Señor, tendrá todavía en él esa naturaleza pecaminosa que se inclina al mal, y sabiendo que tiene un corazón engañoso, una fuerza débil y un viejo hombre en él que está presto a pecar, será prudente en el momento de seleccionar sus compañías, pues la enfermedad se contagia más fácil que la salud, igual que el pecado más fácil que la santidad. Quien crea estar firme, debe tener cuidado de no caer, y quien tenga cuidado de no caer se hará lejos del hoyo. No creamos la mentira y engañosa táctica de Satanás: que podemos acercarnos al pecado sin caer en él.

Nadie que tenga razón se acercará al fuego con material inflamable pensando que esto no resultará en un gran daño, ni tocará la pintura fresca seguro de que no se manchará (es vergonzoso decir que hay personas que piensan así); de igual manera, un verdadero creyente, que tenga fe y amor por el Señor, se guardará y/o alejará de cualquier persona y cosa que despierte sus deseos pecaminosos y así se vea afectada su santificación y termine cayendo en el pecado, pues es preferible perder compañías que ir con ellas al infierno; y quien piense diferente está equivocado. Recuerden que el pecado empieza muchas veces por la confianza de que no se pecará y por la seguridad de que te mantendrás firme y no caerás: y cuando más santo te crees, eres más pecador.

Con esto no digo que no te debas juntar con ningún impío, enemigo de Dios, pues para lograr esto sería necesario salir de este mundo; más bien digo que no tengas ninguna amistad estrecha con ningún incrédulo, y mucho menos con alguien que se haga llamar cristiano y te influencie, al igual que el incrédulo, al pecado y a actitudes impuras. Un verdadero creyente se mantendrá puro del mundo pues así agradará a Dios, y todo verdadero creyente ¡querrá agradar a Dios!

Nada podemos contra la verdad; y mientras meditamos en esto, demos a Dios gracias por todo en el Nombre de nuestro Señor Jesucristo.

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